jueves, 29 de diciembre de 2022

El Pacto

El Pacto.

Conocieron al dueño tres días antes; pasaron por ahí, hicieron noche, y siguieron su rumbo. Ese lugar, era la parada casi obligada de los que hacen cumbre.  Justo en medio del camino, la separación exacta entre la cima y el valle. «Entre el cielo y la tierra» como lo definió él, antes de despedirlos.
Una fuerte tormenta los sorprendió  en la cima del cerro,  quedaron a resguardo en el refugio y cuando todo paso, emprendieron el descenso. Decidieron pasar por ahí a saludarlo, conversar un rato antes de regresar. Les pareció extraño no verlo  afuera con los animales, ya que  el tiempo había mejorado. 
Un tufo nauseabundo y penetrante les quitó el aliento, pensaron en algún animal muerto, ya que el olor era a osamenta. Un enjambre de moscas azules y verdes se arremolinaban  cerca de la cabaña.  
Llegaron  hasta el lugar, recorrieron los establos, dieron una vuelta por fuera, no encontraron nada. Caminaron  despacio hacia la parte de atrás, con cautela.  Juntando coraje, se asomaron por las ventanas, no se veía a nadie dentro, lo que antes era una estancia acogedora ahora se veía como un lugar lúgubre, tétrico, totalmente deshabitado.  Quisieron entrar pero la puerta estaba trancada por lo que la empellonaron hasta abrirla, el hedor a muerte y podredumbre era insoportable. 
Inés fue la primera en entrar. 
Salió con los ojos desorbitados del espanto, corrió hasta un gran árbol donde se detuvo a vomitar, llorando  y gritando, totalmente histérica. 
La miro desconcertado, no entendía nada, se asustó tanto que no sabía si seguirla o ver qué pasaba dentro. Se apresuró a entrar.
Una bocanada de asco le subió por la garganta, pero se las aguantó. 
El hombre  falleció sentado en su viejo sillón mirando el fuego,  la muerte le llegó sin hacer ruido, llevándoselo silenciosamente.  Se fue en paz. 
Sus brazos colgaban a los costados del cuerpo. Tirada en el piso,  una botella de Vodka  a medio terminar, fue su última compañía. 
Las brasas en la chimenea   crepitan débiles, sin fuerzas, pero vivas!.  El olor putrefacto, era tan fuerte que se le    impregnaba en la nariz, haciendo que sus sentidos se descompongan. Las moscas pululaban  en torno al cuerpo del que solo quedaba  un cadáver consumido por los gusanos;  los que terminado su festín se paseaban entre los restos de carne y huesos.  
Lo que estaba viendo lo dejó desconcertado, un  cuadro particularmente  dantesco. No era verosímil,  el clima en esa región es frío,  por lo que ese estado de descomposición no era posible. 
Tenían que bajar al pueblo. Dar aviso a la policía. 
Retrocedió lentamente sobre sus pasos, fue entonces que  la puerta de entrada se cerró de golpe,  una ráfaga de viento hizo  lo suyo para contribuir más al terror que estaba experimentando, avivando el  fuego en la chimenea donde  los leños ardieron  de nuevo. 
Reculó sin mirar atrás, hipnotizado por las llamas flameantes, quiso salir corriendo, pero sintió que una fuerza desconocida se lo impedía no dejándolo reaccionar.  Mira el fuego danzar delante de sus ojos. No piensa en otra cosa más que en quedarse para siempre en ese lugar. Una voz  en su interior le grita que se aleje, que corra …pero  Él no quiere, sabe que ese es su lugar, que es ahí donde debe estar. Afuera se levanta una tormenta, «otra más» se dijo, pero ya nada importa, porque se siente  seguro. No piensa en el hombre muerto, no huele la hediondez que se desprende de éste,  no ve que las moscas desaparecieron y los gusanos huyeron despavoridos ante la presencia del fuego vivo que habita en la chimenea. 
Algo se apoderó de él. Lo invadió hasta el último de los poros y se hizo dueño de su voluntad. Por  primera vez en su vida tiene el poder de decidir sobre todo, una fuerza descomunal esta  dentro suyo. No era el mismo que entró por esa puerta y le gustó eso que sentía.  No sabe que nunca podrá salir, por lo menos no como había entrado, ni que jamás podrá alejarse de ese lugar. La sensación que experimenta lo hace querer más. Nunca se iría pero a él eso ya lo tiene sin cuidado.

II

Afuera, Inés se recuesta sobre un árbol, abstraída de lo que sucede dentro de la cabaña. Ya no grita, ni llora.  Esta contenta.  Feliz. Por fin había logrado su cometido  
Era “Libre”.  Dueña de su vida.
…Almas puras le habían pedido, a cambio de ser eterna; joven, por no sufrir y hacer lo que quisiera. Realmente no recordaba cuántos años, cuántas personas, hombres, mujeres o niños 
Tenía dinero,  poder, una vida de lujos y satisfacciones. Hasta que  un buen  día se dio cuenta de que todo eso ya no la llenaba, que se sentía aburrida y quiso dejar todo atrás. Se cansó y, al querer retirarse averigüo que había firmado un pacto que a final de cuentas no le brindaba muchos beneficios. 
Fue un viaje de ida, que no tenia  vuelta.  
Y es así como hizo un nuevo trato. Subió a la montaña, entró a la cueva dónde todo había comenzado. Escuchó esa voz hablarle, pedir un alma  más, ¡solo una! Y la liberaría, ella continuaría con su vida olvidándose de absolutamente de todo.
Llevo a un amigo, a su último viaje. Inocentemente la acompaño a buscar la “felicidad”, creyendo que ésta se encontraba en la cumbre del cerro. Muy utópico, pero  necesario.  Lo engañó, es cierto pero debía  lograr su cometido y liberarse de ese maldito tormento. 
Ahora al fin el calvario había concluido. 
Lo que no supo es que Ella fue su propia ofrenda. 

III

En el pueblo dijeron que eran dos los senderistas. 
Una  tormenta de aquellas se desató allá arriba, por lo que los aldeanos creyeron que buscaron  refugio en el puesto abandonado, y no se preocuparon cuando a los días no volvieron. 
No eran muchos los que hacían ese camino en busca de nuevas aventuras, por lo que recordaban a todos y cada uno de los que subían por el filo hacía la cumbre.
La cabaña estaba vacía,  hace años nadie la habitaba. 
Cuando llegaron encontraron al pie del árbol, su cuerpo en descomposición. 
Juntaron los restos, subieron parte de la montaña, entraron a la  cueva y depositaron los huesos  en un santuario sobre una pira muy alta.  
Seguro, seguirían llegando más, como siempre. 
Y ellos los esperarían. 


                                                                                                                







viernes, 9 de septiembre de 2022

verdad o mentira?

Las verdades a medias son también mentiras. 
Las verdades ocultas. No son verdad.
Y la vida a veces te lleva a decir más mentiras que verdades. Desde que te levantas hasta que te dormis, cuando te cruzas con alguien, con un desconocido o un amigo de la vida. Siempre hay una mentirita dando vueltas. 
La mentira está disfrazada de verdad, y todos la aman e idólatran, la verdad en cambio desnuda  nadie la quiere, nadie la soporta, solo a medias, y muchas veces no tiene un fin en si mismo. 
Son términos antagónicos, pero uno no existe sin el otro. 
Mi verdad, tu verdad, que es, si nadie puede reconocerla entre tanta mentira. 
Siempre mentimos, no existe nadie que jamás  no  lo haya hecho. 
Y este blog, se va a tratar de eso, de mentiras. Todas las mentiras. Tuyas, mías, de cualquiera.
Mentime que me gusta!!! 
Nosotros aceptamos las mentiras y somos tan mentirosos como el que las dice, porque nos mentimos nosotros mismos. 
Las mentiras son un círculo vicioso del que nadie puede salir.

El Pacto

El Pacto. Conocieron al dueño tres días antes; pasaron por ahí, hicieron noche, y siguieron su rumbo. Ese lugar, era la parada casi obligada...